Para ser más exactos una superficie de 250 km2 de hielo, son 5 km de longitud y 60 metros de altura las impresionantes dimensiones que dan forman a Perito Moreno, este famoso Glaciar en la Patagonia Argentina.
El Glaciar Perito Moreno, que desde hace varios años se convirtió en una reserva protegida, se encuentra dentro del Parque Nacional Los Glaciares en el sudoeste de la provincia de Santa Cruz, en Argentina y es además declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
La entrada al parque, que incluye además del Perito Moreno los glaciares Viedma, Upsala, Spegazzini, la Zona del Cerro Chaltén o Fitz Roy, entre otros, tiene un costo de $600 pesos argentinos. Dentro se pueden hacer actividades como trekking sobre hielo, navegaciones, escalada, senderismo y hasta pesca, claro todo con ciertas especificaciones, reglas y según el lugar en el que estés, debido a que el inmenso parque posee una superficie de 726.927 hectáreas.
Hace algunos meses tuve la oportunidad de visitar el Perito Moreno y desde el momento en que lo vi se convirtió en uno de mis lugares favoritos, ya que nunca había visto algo similar en mi vida. El ver aquello tan majestuoso es algo que generó bastantes sentimientos en mi, desde gratitud por tener la fortuna de visitar ese magnífico lugar hasta humildad ante algo tan increíble que me recordó lo inmenso que es el mundo y lo pequeños que somos ante él.
A continuación te contaré cómo realicé mi viaje y te daré algunos consejos que te serán baste útiles, ya que estoy segura agregaras este destino a tu lista de lugares por visitar después de leer esta reseña.
Me hospedé en El Calafate, una de las ciudades más próximas al parque que se encuentra a 80 km de este y además cuenta con aeropuerto internacional, al cual llegué desde Buenos Aires.
Unos meses antes contraté un tour para que me llevara de El Calafate al Perito Moreno. Este incluía el traslado de aproximadamente una hora, en el que se pueden disfrutar vistas del increíble color azul del Lago Argentino, así como de la estepa y su escasa vegetación y si tienes suerte como yo, de alguno que otro arcoiris.
En este recorrido realizamos ciertas paradas para tomar fotos con vistas panorámicas hasta llegar a un mirador en el que pudimos apreciar por primera vez dónde comenzaba el glaciar y verlo extenderse con sus infinitos kilómetros de hielo hasta parecer formar una unión con el cielo.
En este lugar estuvimos aproximadamente una hora para ver al Perito Moreno desde distintos ángulos y por supuesto tomar algunas fotos, después nos dirigimos a un pequeño puerto para tomar una embarcación que nos permitió tener una vista totalmente distinta del glaciar, pero igual de increíble.
Después de 15 minutos de navegación llegamos a un pequeño campamento en el que había algunas mesas, lockers y baños únicamente. Ahí comimos el lunch que cada quien traía por su cuenta (la mayoría de los hoteles de El Calafate ofrecen un “Lunch Box” para este tipo de excursiones) y una vez terminado tuvimos tiempo de guardar todo antes de la caminata, incluida la basura de la comida, pues no existen basureros y todo lo que lleves lo tienes que regresar para tirarlo en la ciudad, esto con el fin de proteger y preservar la naturaleza del lugar.
La actividad de “senderismo” duró aproximadamente 15 minutos, pero en ese trayecto entre los árboles tuvimos la fortuna de apreciar un desprendimiento de hielo del glaciar. Esto es algo espectacular, ya que instantes antes de que suceda se puede escuchar como cruje el hielo y una vez que se lleva a cabo el desprendimiento, observar como cae al agua generando un gran oleaje consigo, todo un espectáculo de la naturaleza.
La actividad de “senderismo” duró aproximadamente 15 minutos, pero en ese trayecto entre los árboles tuvimos la fortuna de apreciar un desprendimiento de hielo del glaciar. Esto es algo espectacular, ya que instantes antes de que suceda se puede escuchar como cruje el hielo y una vez que se lleva a cabo el desprendimiento, observar como cae al agua generando un gran oleaje consigo, todo un espectáculo de la naturaleza.
La mejor parte del viaje sin duda fue esta, el caminar algunos de los muchos kilómetros de hielo que forman el glaciar. El poder observar las pequeñas grietas que se forman en la superficie y que revelan un increíble color azul o el poder tomar agua de glaciar directamente con las manos, es una experiencia que no cambiaría por nada. Este mini-trekking duró aproximadamente una hora y fue lo último que hicimos antes de regresar a la ciudad de El Calafate.
Esta pequeña ciudad cuenta con una avenida principal en la que encontrarás en su mayoría tiendas deportivas para realizar actividades en los glaciares, tiendas de souvenirs en las que encontrarás mermelada de Calafate, pues el nombre de la ciudad proviene de un fruto; hoteles y muchos restaurantes.
Si realizas la visita no olvides probar la carne de guanaco, una especie de alpaca o el famosísimo cordero. El mejor restaurante donde comimos este último fue en Mako, que cuenta con un menú delicioso y claro una gran variedad de vinos argentinos para acompañarlo.
Por último, algunas de mis recomendaciones si deseas realizar este viaje son: visitarlo entre los meses de septiembre a abril, pues en esas fechas es verano en Argentina, así que es probable que tengas un mejor clima. Sin embargo, es importante traer contigo algunas chamarras, debido a que la temperatura mínima sigue alcanzando los 13 grados centígrados.
Realizar este viaje en un tour a mi parecer es la mejor opción, ya que de esta manera podrás disfrutar de una manera más completa y desde diferentes perspectivas la imponente belleza de este lugar, estos los puedes reservar con anticipación por internet, en donde encontrarás gran variedad de paquetes y podrás elegir el que mejor se adapte a tus deseos y bolsillo.
En caso de que decidas hacer una excursión similar no olvides ir bien abrigado, utilizar protector solar, pues el reflejo del hielo puede causar grandes quemaduras de sol; llevar unos tenis o zapatos muy cómodos, si cuentas con botas de trekking aún mejor y sobre todo disfrutar al máximo la experiencia, porque caminar sobre un Glaciar es algo que no se suele hacer con frecuencia.
