Japón… Una perfecta mezcla entre cultura y tecnología | por Pilar Fonseca |

Japón… Una perfecta mezcla entre cultura y tecnología.

Este año tuve la oportunidad de visitar esa maravillosa Isla en el océano pacífico y debo decir que me enamoró. Para hablar de lo que es Japón y lo que vale la pena conocer podría escribir todo un libro, pero en esta ocasión me permitiré compartir esta experiencia contigo y resumirlo en unas cuantas líneas.

Lo primero que hicimos al llegar a Japón fue comprar un chip de celular para tener internet y poder estar comunicados, utilizar google maps, etc. En el aeropuerto hay muchas tiendas de esto y tú puedes elegir la opción que más te convenga, desde un simple chip hasta un modem portátil que puedes compartir con más personas.


Comenzamos este viaje en un poblado no muy común o famoso pero que me pareció ideal para sumergirme desde un inicio en la cultura japonesa. Su nombre es Monte Koyassan y aunque el trayecto para llegar ahí puede ser un poco complicado, en mi opinión vale totalmente la pena.


Llegamos ahí a través de varios trenes desde Osaka más un tranvía para subir al monte. Durante todo el viaje disfrutamos de increíbles paisajes de pequeños poblados que me permitieron dar un primer vistazo a la manera de vivir de los japoneses, aunque estos se hicieron cada vez más escasos dando lugar a frondosos bosques.


Desde el momento en el que bajas del tranvía y tomas el camión en dirección al centro la atmósfera del lugar resulta mágica, con un camino lleno de bosques en el que poco a poco van apareciendo los que en algún tiempo fueron templos y monasterios budistas y hoy en día se han convertido en hoteles atendidos por los mismos monjes. Hay muchísimos de estos y la mayoría están alrededor del mismo precio, decidimos hospedarnos en uno de ellos para vivir la experiencia completa. Para acceder a ellos es necesario quitarte los zapatos y utilizar unos zapatos especiales, nos recibieron con te verde y nos llevaron a la habitación que fue antiguamente usada por monjes en la que la cama consistía en un colchón en el suelo.


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La experiencia en este lugar fue sin duda de lo mejor del viaje, pues además de dormir en el suelo como lo hacen los monjes, andar con los mismos zapatos y vestimenta tradicional, comer lo mismo que ellos que consiste en varios platillos vegetarianos siempre acompañados de arroz y té, nos invitaron a participar en la oración de la mañana fue por así decirlo un “iniciar con broche de oro”. Además que Koyassan resulta un lugar bello y misterioso a la vez, pues cuenta con un centro formado por varios templos budistas y el cementerio más grande de Japón.


Dejamos ese lugar maravilloso y nos dirigimos a otro igualmente lleno de tradición: Kyoto, una moderna ciudad llena de cultura, en la que en medio de edificios y lugares nuevos encuentras miles de pagodas y lugares tradicionales con años de antigüedad. Esta ciudad, que en un momento fue la capital de Japón, cuenta con muchísimos lugares que vale la pena visitar, así que si como nosotros, vas por dos días es importante organizarte y decidir qué es lo que quieres conocer y dejar algunos lugares para una futura visita.


Lo primero que hicimos fue visitar el Golden Pavillion, una antigua villa convertida en templo que tiene su parte superior cubierta de oro. Como muchos de los templos en Japón éste sufrió varios incendios, así que desde su construcción original en 1397 ha tenido algunas modificaciones hasta su actual estructura construida en 1955. Lo mejor de este lugar es la vista que se tiene al llegar, pues el oro reflejado en el estanque, acompañado de un jardín japonés y grandes montañas crean una maravillosa imagen.


Al terminar el recorrido nos dirigimos hacia Arashiyama, más conocido como “el bosque de los bambús”, un lugar a las afueras de Kyoto que como su nombre lo dice es un increíble bosque lleno de enormes bambús. Dentro de éste visitamos el templo de Tenryū-ji lugar que nos encantó por el escenario que conformaban el jardín y las verdes montañas sobre él.




Continuamos el día en Fushimi Inari el principal santuario sintoísta que quizás haz observado en fotos pues se volvió muy popular en instagram gracias a las 32,000 torii que lo conforman. Estas torii o ¨puertas¨ (la mayoría de las veces naranjas) que se encuentran en todos los templos sintoístas marcan la frontera entre el espacio profano y el sagrado. En este templo en específico hay unos largos senderos de toriis, pues se cree que la Diosa Inari que da el nombre al monte donde se encuentra, es la patrona de los negocios y por esta razón varios negociantes japoneses las donaron como ofrenda a esta Diosa.


El siguiente lugar que visitamos fue el conjunto de monumentos religiosos de Kiyomizu-dera. El camino aquí fue algo que me encantó, pues es una larga calle de tienditas para turistas en las que encuentras lo más típico de Japón, desde el famoso té matcha y productos creados a base de éste, juegos de té, postres tradicionales y tiendas de renta de kimonos, pues algo que muchos s turistas hacen en Kyoto es vestirse con estas ropas típicas y recorrer así la ciudad. La entrada a este sitio está en la parte alta de un monte, así que las vistas de la naturaleza que abraza a la ciudad valen 100% la pena.


Es importante mencionar que la mayoría de estos lugares los puedes visitar de manera gratuita, pero si deseas entrar al interior de cada templo en muchos casos es necesario pagar. Mi recomendación es que previamente investigues cuales vale la pena conocer por dentro, pues varios de éstos son bastantes sencillos y algunos otros si tienen un decorado interior impresionante. Ten en cuenta que para entrar en los templos budistas es necesario retirarte los zapatos y en casi ninguno se permite tomar fotografías.


Cerca de los sitios que visitamos en este día había puestitos de comida típica que nosotros estuvimos picando y probando para aguantar hasta el final del día y hacer una buena comida-cena. Así que hasta el atardecer nos dirigimos al barrio de guion conocido como el barrio de las geishas que se encuentra en una zona moderna llena de tiendas, pero que al adentrarte en los estrechos callejones llenos de pequeños restaurantes y casas de té que por afuera pareciera que son todos iguales, sientes que retrocediste en el tiempo dentro de la gran ciudad.


Son tantas las opciones de restaurantes que hay en esta zona que es difícil escoger uno, pero si decides visitar de los más populares es importante que reserves con anticipación pues la mayoría de éstos son bastante pequeños y tienen un cupo máximo de personas (aprox. 10). Para que no te pase como a nosotros, que teníamos bastante hambre y no había lugar abierto para comer, te recomiendo tomar en cuenta que la mayoría cierra de 3 para su descanso y vuelven a abrir hasta la cena alrededor de las 6 pm.


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En esa misma zona se encuentra el famoso callejón de pontocho, en el que encontrarás interminables opciones de lugares para comer y tomar un trago. Nosotros visitamos un lugar tradicional de teppanyaki en el que te sientas frente a la plancha y observas como preparan tus alimentos. En la mayoría de éstos pagas por un menú de varios tiempos que incluye algunas entradas, sopa miso, la carne como plato principal y el postre, y aunque este lugar y casi todos los que visitamos de este estilo estuvieron bastante ricos. Lo que sobresale es el show y la experiencia que genera el chef con su manera particular de preparar los alimentos frente a los comensales.


Cabe mencionar que el metro y el transporte público funcionan bastante bien, pero como varios de los sitios están a largas distancias y queríamos aprovechar el tiempo al máximo, muchas de las veces nos trasladamos vía taxi, que además fue una experiencia interesante pues casi todos los autos son el mismo modelo antiguo, están impecables, los choferes usan guantes y en Japón se conduce del lado contrario a México.


Como alcanzamos a visitar lo principal de la ciudad decidimos visitar otra que nos recomendaron por su belleza y su cercanía a Kioto, así que nos dirigimos en tren hacía Nara una pequeña ciudad famosa en especial porque está llena de venados por todos lados. El tren te deja a 5 minutos del centro y de todo lo que hay que conocer ahí, así que caminando recorrimos los distintos templos de la ciudad y sus grandes áreas verdes siempre acompañados de los animalitos. Como mencioné anteriormente casi todos los templos en Japón al ser construidos totalmente de madera, han sufrido bastantes incendios así que aunque muchos de los templos de Nara deberían de ser antiguos la mayoría de estos fueron recientemente reconstruidos por este problema. Toda la ciudad es hermosa gracias a los increíbles parques y bosques que lo conforman, pero vale la pena resaltar el templo de Todai-ji que cuenta con un impresionante buda de bronce de 15 metros de altura y el camino boscoso hacia el santuario sintoísta de Kasuga Taisha.


Volvimos de Nara a Kioto y al día siguiente nos dirigimos hacía Tokio en el famoso tren bala, toda una experiencia pues éste viaja a una velocidad de 320 km por hora. El recorrido duró aproximadamente 3 horas así que llegamos a la gran capital al medio día y decidimos visitar el Artlab museum, un moderno museo interactivo que consta de diferentes habitaciones en las que el principal protagonista es la luz y las figuras e imágenes que forman. El museo es muy divertido y además es un lugar en el que se pueden tomar fotos padrísimas.




Al salir nos dirigimos en metro hacia Akihabara, el distrito de la tecnología, así que si los videojuegos son los tuyo este es tu lugar, aunque debo confesar que yo esperaba encontrar varios artículos de tecnología innovadora y ese no fue el caso, quizás porque no supe buscar bien. Si te ayudas de google maps y prestas bien atención a todos los letreros, moverte en metro en Tokio es una tarea fácil y conveniente para transladarte, sobre todo porque las distancias de un distrito a otro suelen ser largas y además cargadas de un pesado tráfico.


Lo primero que realizamos al día siguiente fue visitar el distrito de Gynza, lleno de grandes edificios y sobre todo muchas tiendas de marca. Es un lugar muy padre para caminar, pues para comprar no resulta muy conveniente ya que a pesar de ser marcas internacionales todos los precios estaban mucho más altos que en México.


Después de ahí visitamos uno de los lugares más turísticos de Tokio: Shibuya. Esta estación en particular resulta una locura pues es donde más personas transitan todos los días y puede llegar a ser un poco abrumador pero para mí es parte de la experiencia. Al salir de ahí hacia la calle nos encontramos con la estatua de Hachiko, el famoso perro que por años esperó a su dueño en ese lugar y que inspiró la película de “Siempre a tu lado” protagonizada por Richard Gere. Si después de verla quieres cruzar la calle tienes que estar consciente de que lo harás en el cruce peatonal más transitado del mundo... la intersección de Shibuya en el que en cada luz verde para los peatones se calcula que cruzan alrededor de 2 mil personas. Te recomiendo observar este curioso espectáculo desde la segunda planta del Starbucks pues ahí tendrás una vista panorámica.


Es impresionante y aunque verás a miles de turistas tomando su foto aquí, también a varios japoneses con portafolio cruzando con mucha prisa. Esa es una de las principales diferencias que observé en Tokio comparado con los demás lugares de Japón, mientras en todos los otros se respiraba una atmósfera de tranquilidad, en Tokio como buena capital parece que todo el mundo tiene prisa y esto es aún más palpable gracias a la enorme población de más de 12 millones de personas que viven en esta ciudad de tan solo 2.188 km² de superficie. Continuamos en Roppongi el conocido distrito de las artes, aquí visitamos el museo de arte moderno “Morii”, en el que en su último piso tienes una maravillosa vista de la ciudad, sobretodo de noche.


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Después de un día lleno de distritos modernos decidimos que el día siguiente lo dejaríamos para lugares más tradicionales y con un poco más de paz, así que primero visitamos el parque de Shinjuku gyoen en el que pudimos disfrutar de los famosos almendros japoneses pintando el verde lugar con increíbles tonos de rosa, también visitamos el distrito de Asakusa en el que encontrarás varios puestos de souvenirs y al fondo el famoso templo de Senso-ji, el más antiguo de Tokio.


Luego nos dirigimos hacia el parque de Ueno que cuenta con una gran extensión y dentro de él con varios templos, además del zoológico de la ciudad, y decidimos terminar el día caminando por la estación de Shinjuku que cuenta con muchísimas tiendas, centros comerciales y restaurantes.


El último día en Japón decidimos visitar su monte más famoso, el Monte Fují que cuenta con una altura de 3,776 m y que es el pico más alto de Japón. Este fue el único día que tomamos un tour guiado en este país y valió 100 por ciento la pena pues nos permitió visitar varios lugares alrededor del Monte que quizás de haberlo hecho de manera independiente no hubiéramos alcanzado a recorrer. Mi parte favorita fue la vista desde el lago de Hakkone todo un espectáculo de la naturaleza.


Elegir un lugar de Japón como favorito me resulta imposible, pues es tanta la variedad y diferencia de un lugar a otro. Su modernidad atrae, su naturaleza encanta pero sus lugares antiguos, tradiciones y cultura enamoran. Sobre todo su cultura de respeto y orden, que es algo que resalta ante todos los países que he tenido oportunidad de visitar, pues si bien es real que varios se conocen por su amabilidad, creo que Japón está un poquito más arriba de estos con sus reverencias y palabras de respeto constantes los unos a los otros.


Si tienes la oportunidad de visitar pronto estas latitudes, te recomiendo elegir bien lo que más te interesa conocer y organizar bien tus tiempos, pues hay mucho que ver, ir abierto a adentrarte en la cultura japonesa y probar de todo lo típico... te aseguro que así disfrutarás este país tan rico tanto como nosotros.

por Pilar Fonseca

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